Por 30 euros merece la pena

Es lo primero en lo que piensa una persona después de ver a tanta gente con la misma bicicleta de paseo recorriendo la ciudad condal. Cinco mil pesetas era una cantidad importante, pero 30 euros… es una cifra irrisoria que se esfuma antes de que te haya dado tiempo a sacar la cartera; y en lugar de gastarlos en una noche, los puedes invertir en un año de servicio “biciclístico”.

A pesar de que este sistema cuenta con 6.000 bicicletas distribuidas por toda la ciudad, la realidad es que el funcionamiento deja mucho que desear y lo más acertado es recurrir a él cuando no hay prisas, pues pasa de ser un servicio a una suerte aleatoria, en ocasiones inservible.

Cuando llegas a una parada pueden pasar varias cosas:
1) no hay bicicleta disponible
2) hay bicicletas, pero por alguna extraña razón, al acercar la tarjeta al lector, Mr Bicing dice que no hay ninguna –eso sí, te indica dónde están las paradas más cercanas y cuántas hay, lo que es todo un detalle-.
3) bicicleta rota:
3.1- no frena
3.2 -tiene la cadena salida
3.3- hay algún pedal roto
2.4- giro automático del sillín
3.5- difícil descripción que te hace llegar a la conclusión de que otro usuario ha hecho una etapa del Dakar.

Si eres afortunad@ y estás paseando plácidamente, ¡no te duermas! Pues dispones de media hora para llegar a tu punto de destino, con lo que has de estar pendiente del reloj, (si te excedes, te harán un cargo a tu cuenta bancaria de 50 céntimos por cada treinta minutos, y si pasan dos horas, empezamos a tener problemas). Creo que esto es algo muy acertado, pues si desde que la sacas, cuentas con tiempo ilimitado o de tres horas, habría bicicletas encadenadas al poste de la luz frente a una cafetería, en universidades, etc. Así que, una vez asumido que es lo mejor, -a pesar de que a menudo vayas con el pedaleo a contrarreloj y sintiendo que te estás preparando para el Tour de Francia-, hay que pasar a tener en cuenta una cosa fundamental: la parada en la que piensas dejar la bici.

Puede ser que al llegar no tengas donde dejar tu vehículo; en ese caso, si el tiempo no está de tu parte, puedes sentirte como en un videojuego al obtener un “check point” de diez minutos adicionales acercando la tarjeta al lector del terminal, y así pedalear hasta la siguiente estación. Sin embargo, también te puedes encontrar con paradas que cuentan con plazas trampa, sitios libres donde es imposible anclar la bicicleta por alguna avería; me he llegado a encontrar con cuatro en la misma y es algo que acaba con la paciencia de una, sobre todo porque a determinadas horas, entre semana… el “parkcing” se colapsa y, entre la saturación y la plaza trampa… te entran ganas de revolear la bici y salir corriendo.

A pesar de todo….
me quedo con bicing porque me da la oportunidad de perderme y encontrarme sin la necesidad de enclaustrarme en túneles;
me quedo con bicing porque me da la oportunidad de conocer las calles de Barcelona;
me quedo con bicing porque es una forma de hacer ejercicio.
Y, sobre todo, me quedo con bicing porque es el romanticismo encadenado del transporte del siglo XXI.

Paloma Q